
Su vida, dice, es un remanso de paz absoluto desde que regresó a Galicia. Un canto a la estabilidad emocional. Todas las piezas en equilibrio tanto en lo familiar como en lo profesional -que en su caso no son lo mismo, pero se entrelazan-. «Y ... la cabeza es un 80 %. Estar bien mentalmente hace que me sienta en el mejor momento de forma de mi carrera». Es Ana Peleteiro en estado puro, de nuevo campeona de Europa en pista cubierta tras imponerse con 14,37 metros en un concurso de nivel discreto en el que todas las demás finalistas sufren para alcanzar los 14 metros. Poco le importa a la gallega, satisfecha y eufórica tras demostrarse a sí misma y al mundo entero que no se equivocó con su cambio de rumbo en 2024. Su medalla es la primera desde que dejó Guadalajara y a Iván Pedroso y se puso a trabajar a las órdenes de su marido, Benjamin Compaoré, en su nuevo hogar de Ribeira. Un cambio radical que, demostrado queda, no le impide seguir rindiendo en la pista.
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