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Comentario en Lecciones a posteriori para la U.S. Navy por dantralo

Published 2 months ago16 minute read

Recientemente leí la noticia de que el programa de la futura fragata antisubmarina de la armada estadounidense acumula ya un retraso de TRES años. La historia es ridícula de comienzo a fin. Y, aunque sería fácil abordar de forma jocosa los problemas del complejo militar-industrial estadounidense, me parece razonable contener las ganas de disfrutar del mal ajeno. Al final y al cabo, España y su Armada también tienes sus propios problemas que habrá que abordar en otro momento. Pero mientras tanto, algunas lecciones podemos sacar por el camino.

La historia arranca cuando la armada estadounidense decidió sustituir a sus buques de combate de menos porte, las fragatas antisubmarinas de la clase “Oliver Hazard Perry”.  Un diseño que fue modificado en España para crear las fragatas de la clase “Santa María” y del que se construyeron más de 70 unidades en astilleros de 4 países.

Las seis fragatas de la clase «Santa María» de la Armada española.

Los planificadores de turno decidieron que la armada estadounidense no adoptaría un nuevo modelo de fragata antisubmarina porque la guerra convencional de alta intensidad era una reliquia del pasado y no habría necesidad de perseguir submarinos soviéticos por el Atlántico en las batallas navales de la III Guerra Mundial, el requerimiento que dio lugar al diseño de las fragatas a ser sustituidas.

El nuevo diseño tenía que ser un buque multipropósito para la guerra litoral en la nueva era de Guerras Posmodernas, donde los enemigos eran ahora los piratas del Cuerno de África o los yihadistas de las islas Filipinas. Además, en una medida de ahorro, el nuevo buque debía servir para sustituir a los cazaminas de la clase “Avenger”. Normalmente los buques de guerra de minas son de pequeño porte y construidos con un casco no metálico. En este caso los nuevos buques portarían equipos modulares de quita y pon. Y en el caso de la guerra de minas embarcarían embarcaciones auxiliares dirigidas por control remoto.

Si alguien hubiera acudido a mí en la época (2005-2009) en que época elaboré las ideas que volqué luego en mi libro Guerras Posmodernas (2010) para preguntarme por un buque multipropósito que sirviera para enfrentarse a enemigos irregulares creo que habría sabido responder. Habría pensado inmediatamente en un buque de cierto porte para contar con suficiente autonomía en operaciones lejos de su base. Ese buque debería contar con espacio para embarcar un destacamento de infantes de marina o fuerzas de operaciones especiales con sus equipos. Debería ser capaz, por supuesto, de realizar operaciones de interdicción marítima, por lo que el buque debería ser capaz de arriar embarcaciones tipo “interceptor”, RHIB o incluso CB90.  Y por supuesto el buque debería estar dotado de una plataforma de vuelo y hangares para dos helicópteros de cierto porte.

Un diseño de buque que encaja en ese perfil ya existía por aquel entonces. Me lo descubrió mi amigo y mentor , al que le fascinaba el diseño de la clase “Endurance” de la armada de Singapur. Se trata de un buque de asalto anfibio tipo LPD (aunque allí lo consideran LST) dotado de dique inundable, seis pescantes para lanchones de desembarco tipo LVCP y una generosa plataforma de vuelo. Además, al contrario que los buques de asalto anfibio de la Armada española los de la armada de Singapur, sí están armados. Llevan un cañón Oto Melara de 76mm, dos montajes automáticos de 25mm y dos montajes dobles Simbad con misiles antiaéreos Mistral. En líneas generales el diseño de la clase “Endurance” sería el resultado de tomar el diseño de un buque LPD como el L51 “Galicia” español, reducir su tamaño de las 13.000 toneladas a 9.000 toneladas de desplazamiento y dotarle del armamento de un patrullero oceánico tipo BAM.

RSS «Endurance» de la armada de Singapur.

Singapur envió a sus buques de la clase “Endurance” a sumarse a la flotilla internacional que combatía a la piratería en el Cuerno de Somalia. Y tanto los buques de la armada de Singapur como la unidad construida para la armada de Tailandia han participado en misiones humanitarias. Pero un buque así también para operaciones anfibias en guerras convencionales de alta intensidad. Así que no había riesgo de que fuera una herramienta cara ultraespecializada.  

Los planificadores estadounidenses no tenían para nada en mente emplear un buque de operaciones anfibias para operaciones en el litoral frente a enemigos irregulares. Buscaban un buque de combate con equipos modulares. Y resulta que un buque así también existía y, cómo no, también me lo descubrió Jorge Aspizua.

La armada danesa introdujo en la primera década de este siglo dos fragatas de cierto porte con sistemas modulares de quita y pon de diseño local (STANFLEX). Esas fragatas de la  tenían un espacio de carga de 250 metros lineales y 900 metros cuadrados con acceso roll-on/roll-off en el que caben desde siete carros de combate Leopard 2 a 300 minas antibuque, pasando por contenedores estándar en diferentes configuraciones. Así, se puede instalar un hospital o módulos habitacionales para personal adicional o civiles. De esta forma el buque puede ejercer de buque mando embarcando un estado mayor naval, evacuar civiles, transportar una fuerza de operaciones especiales o atender heridos. Además, pueden llevar dos embarcaciones tipo RHIB y dos embarcaciones tipo CB90.

La fragata Esbern Snare de la armada danesa antes de su cambio de denominación.

El objetivo de la armada danesa era contar con un tipo buque que pudiera participar en multitud de misiones en tiempos de paz sin dejar de ser capaz de realizar operaciones de combate en tiempos de guerra. En el momento de su entrada en servicio los buques fueron clasificados por la armada danesa como “Buques de Apoyo Flexible” para no ofender a Rusia (¡!). Y por ello las dos unidades recibieron los numerales L16 y L17, que en nomenclatura OTAN corresponden con buques de asalto anfibio. En 2020 recibieron su actual denominación de fragatas antisubmarinas, adoptando los numerales F341 y F342. Además, está previsto que puedan incorporar sonares remolcables de profundidad variable complementado el sonar activo que llevan ya instalado.

Sobra decir que u diseño no fue recibido con mucho entusiasmo en el contexto de la OTAN y no fue replicado por ninguna armada. Normalmente estos diseños “bueno para todo” generan suspicacias porque se argumenta que no son excelentes en nada. Sin embargo, veinte años después vemos que no hay proyecto de fragata europea que no incluya un “espacio multimisión” para instalar equipos adicionales.

Los diseños de Dinamarca y Singapur son diseños razonables. producto de una época en la que las armadas de los países democráticos y desarrollados querían mantener una capacidad razonable de operar en conflictos convencionales de alta intensidad mientras en el día a día debían desarrollar misiones de lo más variadas en tiempos de paz o en crisis lejanas. Creo que ambos son diseños interesantes. Pero en Estados Unidos tomaron un camino totalmente diferente y enloquecido.

El diseño del buque de operaciones litorales de Estados Unidos no partió de cero, poniendo las necesidades operativas sobre la mesa para dar con la solución óptima. Surgió de un concepto de buque bautizado “Streetfighter” que pudiera pelear en los “callejones” de los archipiélagos de Asia-Pacífico. Debía tener un desplazamiento de unas 800 toneladas y una elevada velocidad punta, además de poco calado para acercarse a la costa. Una unidad así de ligera debía estar conectada con el resto de la flota, siguiendo los conceptos del surgidos en los 90 (véase «Breve historia de la teoría de la guerra red«, 3 de mayo de 2013).

La única representación gráfica del futuro diseño Streetfighter.

La idea de un buque pequeño con mucha pegada no era nada nuevo. Prácticamente Francia y Alemania habían creado un estándar en Occidente con la familia “La Combattante”, que partía de un buque de poco más de 200 toneladas armado con un cañón Oto Melara de 76mm y misiles antibuque Harpoon, Exocet, Penguin o Gabriel según configuraciones, que incluía como armamento secundario una segunda pieza de 76m, una pieza antiaérea de 40mm o torpedos. Las sucesivas iteraciones del diseño entraron en servicio en Alemania, Grecia, Israel, Irán, Libia y Malasia, con unidades teniendo una segunda vida en Chile, Egipto, Ghana y Túnez. Ese mismo tipo de buque también fue desarrollado en la Unión Soviética para sus “flotas mosquito” (véase «Las Flotas Mosquito» por Alejandro A. Vilches Alarcón en la revista Ejércitos, abril de 2018 ), con diseños como los buques Proyecto 205. Pero el punto de partido estadounidense de un desplazamiento de 800 toneladas nos llevaba a una categoría que en muchas armadas se consideraban corbetas.

Imaginar cómo debió haber sido aquel buque tipo no es difícil. Podemos imaginar una corbeta con plataforma de vuelo y rampa trasera para lanzar una embarcación tipo RHIB. El armamento principal hubiera sido un cañón principal Oto Melara Super Rapid de 76mm y misiles Harpoon. Como defensa antiaérea podría haber llevado misiles ESSM en pozos verticales Mk.59 y un sistema de defensa de punto RAM. Por último, hubiera llevado un montaje secundario Mk38 de 25mm por banda y diversos montajes manuales para ametralladoras. Por supuesto, siendo un buque estadounidense habría contado con equipos de guerra electrónica, comunicaciones por satélite y enlaces de datos.

Si acudimos al mercado podemos encontrar varios diseños que podríamos tomar como referentes para ese buque de combate de 800 toneladas. Son buques tan diferentes como las corbetas clase Visby de la armada sueca, los “buques de misión litoral” (LMV) de la clase “Independence” de la armada de Singapur y las futuras corbetas clase Sa’ar 72 de la armada de Israel. Son buques con filosofías de diseño completamente diferentes pero de las que tomar nota para nuestro buque de guerra litoral ideal. Sin embargo, cuesta imaginar que la armada estadounidense, con sus compromisos globales, hubiera encargado decenas de corbetas de 800 toneladas para sustituir a sus fragatas antisubmarinas de la clase «Oliver Hazard Perry» con sus 4.000 toneladas de desplazamiento. Y sobre todo, mirando con la perspectiva del tiempo, ¿en qué operaciones reales habrían brillado unas corbetas de 800 toneladas?

Como era de esperar, se alzaron voces quejándose de que los planificadores de Washington pretendían que marineros estadounidenses fueran al combate en corbetas de 800 toneladas en un mundo en que China estaba botando decenas y decenas de corbetas tipo 056 de 1.500 toneladas y proliferaban en todo el mundo buques similares. El diseño de buque litoral tenía que crecer. Pero alguien se olvidó por el camino prescindir del requerimiento de que su velocidad punta tenía que ser el de un buque ligero. Así que, sobre el papel, el diseño de buque de combate litoral estadounidense se convirtió en un buque del tamaño de una fragata del que se esperaba que corriera sobre el mar.

Inexplicablemente se estableció que su armamento fijo sería un cañón Bofors de 57mm y un sistema de defensa de punto antimisil RAM. Y nada más. El buque sería modular y reconfigurable gracias a una serie de equipos que estaban por diseñar. Por supuesto, tratándose de la armada de Estados Unidos a nadie se le ocurrió estudiar el mercado para comprobar el funcionamiento del sistema modular danés STANFLEX, ya probado y veterano. Todo iba a ser desarrollado desde cero en programas ambiciosos que convirtieron al en una entelequia por los recortes, los fracasos tecnológicos y los fallos de diseño o construcción. Para hacerlo todo más complicado, aunque con la intención de tener a todos contentos, no se eligió un diseño ganador. Sino que se decidió adoptar los dos diseños finalistas, dividiendo el pedido original en mitad y mitad.

Los dos diseños finalistas del programa LCS.

Conté la debacle industrial del programa LCS hace años. (Véase ««, 5 de marzo de 2013). Así que basta señalar la combinación del fracaso del programa en producir buques de combate capaces y el cambio del entorno geoestratégico tras la invasión rusa de Ucrania de 2014 llevó a la cancelación del programa. En una nueva era de rivalidad multipolar en la que la armada china cuenta con más de 50 submarinos de ataque, se decidió lanzar un programa de fragata antisubmarina de bajo riesgo en el que se abrió la puerta a diseños no estadounidenses presentados con un socio local. El ganador fue una variante de la fragata franco-italiana FREMM, que superó al diseño presentado por la española Navantia por cuestiones técnicas, industriales y políticas. (Véase ««, 3 de mayo de 2020). Pero el programa tenía algunos requerimientos de partida, cuanto menos, curiosos. Se impuso al ganador que adaptara su diseño con el sistema de defensa antiaérea AEGIS, algo que Navantia hizo a principios de este siglo para crear las fragatas de la serie F100. Y tan pronto el proyecto se puso en marcha comenzó el despropósito.

Cuando un proyecto militar opta por un desarrollo de bajo riesgo significa que se optó por un diseño conservador pero ya probado para no arriesgarse en perder tiempo con un diseño nuevo y arriesgado. Pero la armada estadounidense no pude resistirse en hacer de las suyas con el proyecto de nueva fragata antisubmarina. No sólo se partía con la idea de que el ganador tendría que integrar un sistema de defensa antiaéreo que era ajeno al diseño alemán MEKO A200 o al franco-italiano FREMM. Sino que enseguida se empezó a pedir cambios y modificaciones. Se pidió que se alargara el buque y luego que se ensanchara para aumentar su desplazamiento en 500 toneladas. Con esto hubo que rediseñar el casco del buque por completo. El proyecto estaba destinado a ser un desastre.

Si tenemos un casco diferente y unos sistemas diferentes de lo que estamos hablando es de un buque totalmente diferente al original. Basta mirar las infografías para tener la sensación de que estamos ante un diseño más cercano al F100 español que al FREMM original. Nuevamente los requerimientos absurdos habían hecho fracasar un proyecto de la armada estadounidense (véase «, 13 de junio de 2024).

La armada estadounidense tiene en el destructor clase Arleigh Burke con sistema de defensa antiaérea su caballo de batalla del siglo XXI. Se trata de un diseño convencional, donde no se intentó ninguna solución futurista y arriesgada. Quizás eso lo salvó de engrosar la lista de fiascos navales estadounidense. Y es que aparte del programa LCS, tenemos el destructor futurista clase Zumwalt y el buque de asalto anfibio clase San Antonio. El primero pretendía ser un auténtico salto generacional en el diseño de buques. Su armamento principal eran dos cañones de largo alcance para ataque a tierra cuyos proyectiles resultaron ser más caros que un misil, anulando cualquier ventaja de su desarrollo. Al final, sólo se construyeron tres destructores clase Zumwalt de los 32 planeados (véase «» 18 de abril de 2024). Ahora la armada estadounidense pretende convertirlos en buques de guerra de superficie con misiles avanzados.

Proyecto de modificación de los destructores de la clase Zumwalt cambiando la torre 1 por silos de misiles hipersónicos.
Imagen: H. I. Sutton vía Naval News.

Por su parte los buques de asalto anfibio tipo LPD de la clase San Antonio pretendían ser otro salto generacional en el diseño de buques con sus mástiles integrados. El cabeza de serie ha presentado un montón de problemas, llevándose a la ralentización de la incorporación de los buques. De los 26 planeados, se han construido 13 y se han encargado 4 más, habiéndose realizado una «pausa estratégica» en el programa para estudiar qué modificaciones introducir en su diseño. De hecho, el 12º buque de la serie ya perdió sus característicos mástiles integrados y ahora luce unas líneas más convencionales. Mientras que un derivado más simple y económico ha sido aprobado para sustituir dos clases de buques de asalto anfibio adicionales.

Mientras tanto, tuvo lugar la segunda invasión rusa de Ucrania, donde vimos el hundimiento del crucero «Moksvá» («Moscú») el buque insignia de la flota rusa del Mar Negro. Y después de los ataques terroristas del 7 de octubre de 2023 en el sur de Israel, desde Yemen del Norte se empezó a atacar a Israel y la navegación marítima en el Mar Rojo con misiles antibuque, misiles balísticas y drones. Estábamos ante nuevos escenarios de empleo de armamento antibuque avanzado. Así que se hacía necesario contar con buques con sistemas antiaéreos capaces, algo que Estados Unidos contaba en la forma del destructor clase «Arleigh Burke», Pero se trata de un destructor que en su última variante (Flight III) alcanza las 9.900 toneladas. Estamos de nuevo ante un problema exclusivo de la armada estadounidense, donde la disposición de fondos y la planificación por comité lleva a añadir especificaciones y requerimientos sin fin al diseño original. El problema de contar con buques cada vez más grandes, pesados y poderosos es que son esponjas de recursos. Y con los astilleros chinos botando buques sin parar y haciendo falta escoltar los buques civiles por el Mar Rojo se echaba en falta tener buques más pequeños y económicos pero capaces. Un diseño así ya existe desde hace mucho tiempo. Se trata de la fragata española F100.

El diseño de las fragatas de la serie F100, que terminaron convirtiéndose en la clase «Álvaro de Bazán», partió de la idea de adaptar el poderoso sistema AEGIS de defensa antiaérea a un buque más pequeño que los destructores y cruceros antiaéreos que empleaban la armada de los Estados Unidos y Japón. Con casi 6.000 toneladas de desplazamiento eran un salto en tamaño comparada con las fragatas empleadas hasta entonces por la Armada española. Pero aún así son más pequeñas que cualquier buque de combate que emplea la armada estadounidense. La cuestión que habría que plantearle al comandante en jefe del despliegue naval estadounidense en el Mar Rojo es si preferiría tener 6 destructores clase Arleigh Burke Flight III con casi 10.000 toneladas o 10 fragatas tipo F100 de casi 6.000 toneladas para cubrir su zona de operaciones y proteger el tráfico marítimo.

La armada estadounidense se embarcó en proyectos ambiciosos con requerimientos irreales, desmedidos e interminables. Y sólo tras el fracaso y los problemas de varios programas se decidió por un programa de «bajo riesgo» en el que se abría la puerta a adoptar un diseño extranjero. Y sin embargo, los viejos hábitos se impusieron, condenando también a ese programa al fracaso.

La fragata española «Álvaro de Bazán» acompañando al portaaviones estadounidense USS “Theodore Roosevelt.

Ahora la armada estadounidense lamenta que en China se botan más buques de guerra. Si se hubiera aceptado contar con buques menos ambiciosos y no diseñados localmente la fragata F100 hubiera sido el buque ideal como plan de choque. No hubiera sido difícil entablar un acuerdo a tres bandas entre Navantia, Navantia Australia y socios estadounidenses para producir en un tiempo razonable una buena cantidad de buques para la armada estadounidense. El propio programa australiano de exportación de la F100 demostró la capacidad de Navantia de producir en tiempo y forma buques capaces a un país extranjero. Y el paquete de modernización australiano, que incluye la incorporación de misiles de crucero Tomahawk, misiles antibuque NSM y misiles antiaéreos SM-6, dotará aún más de pegada al diseño, incluyendo la capacidad de defensa frente a misiles balísticos. Algo que sin duda valorarían en la armada estadounidense. Sin olvidar, por supuesto, la integración de la F100 en grupos aeronavales estadounidenses, mostrando la interoperatabilidad del diseño.

Ahora el diseño F100 tiene ya cuarto de siglo. Y en España seguimos esperando que se lleve a cabo el programa de modernización de mitad de vida que debió haber empezado hace cinco años. Por eso no conviene burlarse de los errores y problemas de la armada estadounidense. Si esas F100 modernizadas estuvieran ya navegando hubieran sido un ejemplo tangible y flotante de lo que la armada estadounidense necesita. Queda preguntarse si las F110 van a poder ser referente de algo. Pero sobre España habrá que escribir en otro momento.

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